
Altea, museo exterior
A pesar de que me la habían recomendado en varias ocasiones, era la primera vez que la visitaba Altea. Conocía su facultad de Bellas Artes (Univ. Miguel Hernández) porque, hace catorce años, entró en mis planes matricularme y al final me decanté por estudiar en la EASDA de Alicante.
Una vez llegamos al municipio de Altea, aparcamos en un enorme parking, al aire libre y gratuito, llamado Basseta Centre, propiedad del ayuntamiento.
Muestra de Gárgolas y Farolas decorativas
Iniciamos nuestra visita al casco antiguo, subiendo las calles empedradas, que incluyen escalones y rampas con amplios desniveles. De primeras, llama la atención la decoración de las fachadas, limpias, blancas y uniformes, que se asemejan a las fachadas de muchos pueblos de la provincia de Granada. Después, mirando al cielo me sorprende unas figuras extrañas, que sobresalen de las paredes. Además, las farolas, tienen los cristales pintados a modo de pintura japonesa. Empiezo a encuadrar y no paro de hacer fotos.
Seguimos subiendo y nos encontrarnos con los primeros miradores que vislumbran un paisaje bello, mediterráneo, con el puerto y el mar abajo. Mientras, a ambos lados, las montañas dan relieve y amplitud al paisaje.
Me vuelvo a encontrar con otra figura inhumana, de color negro, totalmente distinta a las anteriores, leo el título que aparece debajo “El regreso de las Gárgolas II”, claro son Gárgolas y es una exposición de escultura al aire libre. Seguimos caminando hacia la iglesia principal y empezamos a ver pinturas de grandes dimensiones que cuelgan sobre los balcones, como si fueran lienzos pintados en una sábana. Las obras pictóricas tienen mensajes reivindicativos sobre la guerra y la paz, además de un gran colorido.
El casco antiguo
Y llegamos a la plaza de la iglesia, cubierta de terrazas, con mesas dónde degustar una tapa. Encontramos mesa en El Racó, tras pedir la consumición y ser muy bien atendidos por el camarero. Saboreo, mirando la joya de la ciudad: la cúpula de la iglesia, revestida con un gran mosaico de cerámica azul y blanco, que se asemeja a la cúpula de La Purísima, en Yecla, mi ciudad de origen. Después de terminar la consumición nos levantamos para adentrarnos en el tempo cristiano. La iglesia de Nostra Senyora del Consol, de planta de cruz latina con una amplia nave central y dos pequeñas laterales con imágenes de La Semana Santa. Termino mi visita, salgo del templo, girando a la derecha, hasta llegar a una calle estrecha llamada San Miguel. Nada más entrar, me encuentro con unos paneles, que sobresalen de la calzada y están decorados con fotografías antiguas de Altea. Me acerco más, y veo en el interior, cubos de basura. Me resulta genial, ocultar los contenedores para mejorar la estética. Seguimos recorriendo la calle, hay diferentes comercios a ambos lados de moda y artesanía, con un estilo rústico que respetan la estética del entorno.
Tras llegar al final, volvemos a la iglesia principal, y esta vez giramos hacia la izquierda para bajar por las escaleras, y nada más comenzar, a la derecha, nos encontramos con el restaurante Crow of India, especializado en gastronomía Hindú. Que guarda en su fachada un bonito relieve. Continuamos bajando y nos dirigimos al parking para terminar nuestra visita a Altea.
